viernes, 7 de febrero de 2014

La Mejor Inversión de Mi Vida!!!


Forex, Derivados, Capitales, Deuda, Bienes Raíces, en fin, existe un mundo de posibilidades donde colocar nuestros recursos líquidos y obtener rendimientos, algunos más atractivos que otros. Sin embargo, surge una pregunta: ¿Cuál es la mejor inversión que puedo hacer?

La respuesta es sencilla, simple, pero nada fácil, dado que implica una variabilidad pero que aquella que nos presentan los mercados derivados: La mejor inversión soy yo mismo. Suena a intro de cualquier libro de superación personal, pero si bien es cierto que muchos individuos publican libros revelando sus "10 secretos para el éxito", lo cierto es que esos secretos son, en la mayoría de los casos hábitos, métodos, estrategias, tácticas o prácticas aplicables una vez que se ha alcanzado cierto status exitoso; pero si, no se ha alcanzado cierto nivel de éxito, ¿Conviene seguir todos esos pasos, cursos o prácticas?

La respuesta más satisfactoria a esta pregunta es una indirecta: Mientras más simple es un consejo, más efectivo es. Así queda a criterio personal qué consejos tomamos y cuáles desechamos a la hora de actuar. Mientras tanto, como el sueño de todo individuo con aspiraciones es alcanzar el éxito económico en cualquier actividad que realiza con ese fin, lo mejor que puede hacer es empezar, desde la más tierna edad, a invertir en uno mismo.

¿Cómo se invierte en uno mismo?

Uno pensaría que invertir en uno es comprarse cosas que le gustan como ropa, accesorios, consolas, electrodomésticos, automóviles o cualquier objeto que te haga sentir bien. Bueno, eso no es cierto. Adquirir objetos es una forma de darse caricias, de consentirse, lo cual es saludable pero no es importante. Lo que de verdad importa es adquirir conocimiento, desarrollar habilidad y obtener experiencia.

En lo tocante al conocimiento la base de todo es delimitar algo muy simple de decir, pero difícil de llevar a cabo: Decidir qué quiero hacer con mi vida. Suena sencillo en teoría pero en la práctica es todo un reto. La respuesta más asertiva es también sencilla: Debo hacer lo que disfruto hacer. Así que, tomando ese pequeño punto de partida es momento de aclarar lo que nos apasiona, aquello que disfrutamos hacer no importando cual sea el resultado. Adquirir conocimiento en el área de mi elección es vital e incluye actividades relacionadas con ella. Existen dos formas de adquirir conocimiento, una es tardada, costosa y los resultados pueden no ser los que esperaba, dicha forma es pagar cursos, asistir a una escuela profesional, entiéndase como preparación académica gubernamental. El beneficio de este tipo de preparación radica en el título que se obtiene al final de dicha profesión, el cual es, le pese a quien le pese, un permiso gubernamental para ejercer dicha profesión y recibir una remuneración a cambio. La segunda forma es rápida, barata comparada con la primera y los resultados siempre serán aquellos que delimitamos, hablo de la auto educación, didáctica personal, el aprendizaje propio; es muy difícil ser autodidacta, porque requiere mucho esfuerzo, compromiso y verdadera pasión por aquello que estamos haciendo, pero éste es un filtro excelente para descubrir si vamos por buen camino. Ahora, ambas formas de adquirir conocimiento son complementarias, aunque la segunda es perpetua.

El siguiente paso es desarrollar habilidad en base al conocimiento adquirido, o lo que es lo mismo, contrastar la teoría llevándola a la práctica para confirmar o desechar nuestras hipótesis formuladas en la etapa de conocimiento. Esto es lo que se conoce como llevar a la práctica lo aprendido. En el proceso de poner en acción nuestro conocimiento desarrollamos habilidad, el nivel de desarrollo es variable en función del individuo, pero es una maravilla desarrollar las habilidades que, hasta el momento, sólo hemos conocido en forma de texto o imágenes ajenas.

El tercer paso es obtener experiencia, la forma más fácil de hacer esto es trabajando gratis. Al trabajar gratis puedes darte el lujo de aprender sobre la marcha y cometer errores, siempre y cuando dejemos en claro que, al no cobrar una contra prestación por nuestros servicios, podemos cometer errores debido a que, la razón por la que no se cobra es que se busca experiencia.

Teniendo las tres características antes mencionadas, podemos empezar a ponerle un precio al servicio o producto que ofrecemos, además, como hemos ofrecido ya nuestro servicio o producto a otros, aquellos clientes sirven de referencia en cuanto al trabajo realizado con anterioridad.

Puede sonar absurdo todo lo que os propongo, pero debo dejar en claro que este es el Verdadero Camino hacia la Libertad.

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